Los ácaros domésticos son unos animales diminutos, prácticamente microscópicos, de la rama de los artrópodos, que no se pueden ver a simple vista, de apariencia y forma parecida a arañas pequeñas. Se trata de uno de los grupos de animales terrestres más antiguos que se conoce, ya que se han encontrado fósiles de hace 400 millones de años. Los distintos subgrupos de ácaros se han ido adaptando a vivir en todos y cada uno de los rincones del mundo y se encuentran distribuidos por todo el planeta.
Por muy limpia que mantengamos nuestra casa, casi con total seguridad, los podríamos contar prácticamente por cientos de miles. Estos “bichitos” no son amigos de la luz y por tanto, su hábitat ideal dentro de nuestra casa es el interior de colchones, las tapicerías de los muebles, cojines, prendas de vestir, ropa de cama, alfombras y un largo etcétera que incluye todos los materiales de fibra que podamos encontrar en una casa normal. También se encuentran en suspensión en el aire, configurando un complejo ecosistema, junto con virus, pólenes, fibras, esporas de hongos, bacterias, restos de animales y alimentos, etc. Es lo que conocemos como polvo.
Los ácaros se suelen alimentar de células muertas de piel humana y proliferan con ambiente húmedo. Su ciclo de vida es de aproximadamente un mes y en ese periodo de tiempo las hembras pueden llegar a poner más de un centenar de huevos. Por tanto, podemos hacernos a la idea del crecimiento exponencial que experimentan los ácaros, con lo que aumentan también las posibilidades de desarrollar alergias y reacciones ante su presencia masiva. Hoy en día constituyen una de las causas más comunes del asma y síntomas de alergia en todo el mundo.
No obstante, debemos saber que la susceptibilidad para padecer estas enfermedades alérgicas respiratorias depende de dos factores: la predisposición genética y la exposición en cantidad y tiempo suficiente, a determinadas sustancias que se comportan como alérgenos. En el ámbito doméstico, esto es lo que conocemos como la alergia a los ácaros del polvo.
El material inorgánico que contiene el polvo no produce sensibilización alérgica, mientras que el componente orgánico existente puede actuar como irritante o como alérgeno.