Seguro que te cuesta imaginar la plaza de tu pueblo o ciudad sin palomas. Las palomas siempre han sido un atractivo para todas las plazas, ellas revoloteando, los niños dándoles de comer. Pero la rapidez con la que se están reproduciendo las está convirtiendo en un problema de salud pública. Estar expuestos a sus excrementos es un importante foco de bacterias y hongos.
Los excrementos de las palomas es un riesgo para la salud
La paloma es portadora de hongos patógenos, cosa que se descubrió allá por el año 1955, al aislar los residuos de palomas urbanas. Se establece entonces la relación existente, y actualmente consolidada, entre el microorganismo y las heces de estas aves. Posteriores revisiones de investigadores muestran que las excreciones viejas son la fuente conocida más abundante de dicho microorganismo.
Dice Raúl Godoy Mayoral, neumólogo, presidente de la Sociedad Castellano Manchega de Patología Respiratoria, que “las heces y las plumas de estos seres no solamente ensucian nuestras calles, sino que pueden afectar a nuestra salud. Por supuesto, la concentración de las partículas producidas, que, a su vez, depende de la cantidad de animales, es fundamental para que afecte a los humanos”.
En los últimos 25 años, los casos de criptococosis, una infección por hongos que se encuentra principalmente en la tierra y cuando se inhala se aloja en los pulmones, han aumentado considerablemente.
Además, puede provocar la muerte. Según la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA), dos pacientes del Hospital Universitario Queen Elizabeth en Glasgow (Escocia) fallecieron tras contraer esta infección por hongos, causada por los excrementos de las palomas.
Por tanto, viendo la importancia del tema, la gestión de las palomas en las ciudades es un tema muy importante a tener en cuenta, porque además de perjudicar a la salud, las heces de las palomas perjudican al patrimonio histórico y al medio ambiente.