Hace ya poco más de un año se instaló entre nosotros la maldita Covid-19. Con ella, muchos negocios han entrado en una época de crisis, pero sin embargo otros han visto crecimiento gracias al miedo y la desinformación. Hablamos hoy de los “milagros” de la desinfección con ozono, los purificadores de aire y las duchas desinfectantes.
Si tienes un negocio, seguramente, cuando comenzamos la desescalada iría un comercial a visitarte contándote las maravillas del ozono y su poder desinfectante. Con el cuento de que el ozono es 300 veces más desinfectante que la lejía. Y lo que es cierto que estas personas se aprovecharon del miedo del momento y de la desinformación. Ya que no está demostrado que el ozono tenga efecto ante el coronavirus.
Pero ¿Qué es exactamente el ozono?
Se trata de una sustancia oxidante generada in situ que tiene numerosas aplicaciones industriales pero, al no haber sido evaluada aún por la Unión Europea para su uso como desinfectante de uso ambiental, se desconocen las dosis necesarias para garantizar su eficacia como viricida, así como los efectos para la salud que estas concentraciones pueden desencadenar.
El ozono:
- No se puede aplicar en presencia de personas.
- Los aplicadores deben contar con los equipos de protección adecuados.
- Al ser una sustancia química peligrosa, puede producir efectos adversos. La ECHA (Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas) clasifica el ozono como sustancia peligrosa por vía respiratoria, causa irritación de piel y daño ocular.
- Se deberá ventilar adecuadamente el lugar desinfectado antes de su uso.
- Puede reaccionar con sustancias inflamables y puede producir reacciones químicas peligrosas al contacto con otros productos químicos.
Por tanto, la Sociedad Española de Sanidad Ambiental desaconseja el uso del ozono como desinfectante del aire y superficies frente al coronavirus.